El ciclón del 41

El “ciclón” del año 41

Introducción y contexto histórico

Algunos de nosotros hemos oído comentar a nuestros mayores historias acerca de este fenómeno , que afectó al norte de España . Por fortuna, hasta día de hoy, nunca repetido con esa intensidad en nuestro pueblo, donde llegó a causar graves daños. Aunque sí por algo ha sido recordado es por el grave incendio que provocó la surada en Santander, devastado 57 calles del centro de la ciudad. 


A nivel más técnico y pese a la magnitud alcanzada por este temporal, son escasas las referencias y estudios que lo analizan, debido a que España se encontraba metida en los difíciles años de la Postguerra y muy aislada del exterior* . Por esta razón el intercambio de datos meteorológicos con otros países se vio  interrumpido, afectando esto al desarrollo normal de actividades del antiguo Servicio Meteorológico Nacional (SMN). 


*(hay que tener en cuenta el contexto histórico: paralelamente en Europa el ejército nazi ampliaba su dominio en África con Rommel y preparaba la invasión a la URSS, ya iniciada la Segunda Guerra Mundial).  

Cronología, alcance y causa

Desde el punto de vista meteorológico, en aquella época se sucedieron en Europa tres de los inviernos más crudos que se recuerdan (1939/40 a 1941/42), con una marcada circulación del oeste y continuas invasiones de aire polar sobre el continente, sin apenas bloqueo por parte de las altas presiones subtropicales. 

Lo habitual es que entre los meses de octubre y marzo, por encima del paralelo 40, las entradas de aire frío de origen polar (profundización de una vaguada en altura) den lugar y/o refuercen la ciclogénesis en superficie (borrascas), afectando estas situaciones invernales, sobre todo, al norte de nuestro país, en especial al área del Cantábrico, sin olvidarnos tampoco del importante efecto orográfico sobre el viento en otras zonas más alejadas. 

Un brusco descenso de las temperaturas en las Azores, detectado el viernes 14 de febrero de 1941 por los meteorólogos del SMN, comienza a arrojar pistas sobre lo que iba a acontecer en la Península. En el mapa sinóptico de las 18h de ese día 14 ya se identifica una depresión ordinaria de 990 hPa en las cercanías del archipiélago portugués.


Será a partir de este momento y durante las siguientes 36 horas cuando la borrasca, en su desplazamiento hacia el noroeste de la Península, atravesándolo, se vaya profundizando, registrándose presiones inferiores a los 960 hPa en la costa cantábrica
durante la madrugada del 16 de febrero. 

El mapa (1) nos muestran de izquierda a derecha y de arriba abajo esa evolución atmosférica, responsable del terrible temporal de los días 15 y 16 de febrero de 1941.
El mal tiempo comenzaba a extenderse por el oeste peninsular, registrándose fuertes caídas de presión (tendencias barométricas muy negativas), un claro indicador de la rapidez con la que se acercaba la borrasca atlántica, cada vez más profunda (965 hPa en su centro cuando a media tarde del día 15 se situaba frente a la costa norte portuguesa). El gradiente bárico en esos momentos era muy grande en el oeste de la Península, provocando una convergencia de vientos (de componente sur) muy marcada hacia la borrasca. La entrada brusca de un frente frío muy activo desencadenó, a partir de ese momento, los mayores efectos destructores, registrándose las mayores rachas de viento.



La situación atmosférica a las 18 h de aquel sábado 15 de febrero es la que aparece reflejada en el mapa (2) , con la borrasca bastante cerca de las costas gallegas, a punto de entrar por Finisterre. A la vista de ese mapa, la presión en el centro de la borrasca rondaba entonces los 960 hPa.
En ese mapa destacan un par de hechos extraordinarios. Por un lado, la presencia de esa borrasca tan profunda en latitudes tan bajas (entre los 42 y los 44ºN) y, por otro, la gran extensión que ocupa la perturbación, sintiéndose sus efectos en lugares tan distantes como las Canarias e Islandia. Es bastante significativo el calificativo de “huracán” que usó el meteorólogo Lorente en referencia a ella.


A lo largo del domingo la borrasca, en su desplazamiento hacia el norte, fue perdiendo algo de fuerza, situándose a las 0 h del lunes 17 mapa (3) al sur de las Islas Británicas, frente a Gales, con una presión de 972 hPa en su centro.



En la Península Ibérica el temporal iba remitiendo y llegaba la hora de hacer balance.
Durante la tarde-noche del sábado 15 y primeras horas de la madrugada del domingo 16 es cuando quedan registradas las rachas máximas de viento en los diferentes observatorios, existiendo algunas discrepancias en los valores, dependiendo de cuál sea la fuente consultada.


OBSERVATORIO 
RACHAS MÁXIMAS (Km/h) 
DIRECCIÓN 
DÍA 
HORA 

LORENTE 
OTRAS FUENTES 



ALMERÍA 
126 
140 
SW 
15 
20:30 
LOGROÑO 
111,6 
101,8 
W 
15 
20:45 
LEÓN 
118,8 
106,1 
SSW 
15 
21:40 
SANTANDER 
¿200? 
S-SE 
16 
 
SAN SEBASTIÁN 
180 
196,8 
S 
15 
23:00 
VITORIA 
 
103 
 
16 
 
VALLADOLID 
 
112,7 
W 
16 
 

TABLA.- Rachas máximas alcanzadas durante el temporal de los días 15 y 16 de febrero de 1941. 


A las 21:40 h se alcanzaba en el Observatorio de León una racha máxima del SSW de casi 120 Km/h (118,8 Km/h es el dato exacto que aporta Lorente), encontrándonos de nuevo con lo que cabría esperar, justo cuando la borrasca cruzaba sobre tierras gallegas y los vientos del tercer cuadrante eran más fuertes en el área de León.
Las direcciones de los vientos en Galicia fueron muy cambiantes, soplando muy fuertes los del W y SW al paso de la borrasca. En A Coruña llegaron a medirse vientos de 60 nudos (aproximadamente 110 Km/h) a las 0 h del domingo 16, sin que hayan podido localizarse, durante la investigación, registros de rachas mayores.
Nos cuenta el meteorólogo Mateo que tanto en A Coruña como en Santander el mínimo de presión quedó registrado en los barogramas “hacia las 21 horas del sábado 15”, anotándose como incidencia en el de Santander que “la plumilla se salió de la banda”, lo que da idea de la brusquedad con la que en pocas horas osciló la presión atmosférica, bajando hasta los 950 hPa como comentábamos. Las rachas de viento adquirieron además especial violencia en la capital cántabra, avivando un pavoroso incendio que destruyó gran parte de la ciudad. La borrasca con 951,9 mb. , la presión más baja registrada en Santander, produce una "surada", con vientos superiores a 150 km/h que avivaron un fuego hasta provocar el gran incendio de la ciudad que consume los edificios de 37 calles.
El parte meteorológico de Santander asignó en la medianoche fuerza 12 (el mayor grado en la escala Beaufort) al viento sur; lo que, con los rangos de velocidades utilizados en aquella época, equivale a decir que soplaba a esa hora a más de 104 Km/h. ¿Cuánto más?, ¿Cuál fue la racha máxima alcanzada aquella madrugada en Santander? Por desgracia el propio viento se encargó de destruir los anemómetros del Observatorio, aunque no parece demasiado aventurado hablar de una supuesta racha de más de 200 Km/h, lo que representaría la mayor intensidad de viento jamás registrada en un observatorio español no de alta montaña. Lo que sí es seguro que el viento superó en algún momento los 180 Km/h.
Si pensamos en la trayectoria seguida por la borrasca caeremos en la cuenta de que su centro no atravesó Santander (abandonó la Península por Asturias), sin embargo la presión ahí alcanzó un mínimo de 950 hPa. Esto sólo podríamos entenderlo mediante un análisis más fino, a mesoescala, para el que no contamos con datos suficientes. Los fuertes vientos del sur y sureste que convergían hacia el centro de la borrasca se vieron reforzados al atravesar la Cordillera Cantábrica, soplando una fortísima “surada” en la costa cántabra y el País Vasco. La ciclogénesis a sotavento se reforzó sobre todo en el litoral de Cantabria, ya que en esta comunidad los relieves interiores (La Montaña) son de mucha mayor entidad que los Montes Vascos. Como consecuencia de ese reforzamiento debió de formarse sobre el área de Santander un vértice mesoescalar de gran poder destructivo.

 Mientras que Lorente nos facilita el dato de 180 Km/h, al consultar el Resumen de Observaciones Meteorológicas de 1941 (publicación del antiguo Ministerio del Aire) aparece una de 196,8 Km/h, lo que representaría un récord absoluto en nuestro país (olvidándonos de los observatorios de alta montaña).

Según los meteorólogos el comentario más significativo es que esta ciclogénesis tan profunda se debió al posible acoplamiento entre un huracán de trayectoria corta en niveles bajos y una vaguada polar muy profunda de niveles medios-altos.

El posible huracán no siguió la trayectoria típica hacia las costas americanas y giro rápidamente hacia latitudes medias por la zona de las Azores. Su recorrido por la zona tropical o ecuatorial pudo ser lo suficiente como para ser un sistema muy activo. Este joven huracán pudo ser “cazado” por una vaguada polar de niveles medios-altos del flujo de los oestes, típica de latitudes medias y que pudo bajar de latitud. La interacción positiva entre ambos sistemas generó una ciclogénesis explosiva o “bomba”.

Descripciones e impacto en Riaño

Transcribiendo literalmente el relato de los hechos que José Luis Comellas : “… el recuerdo más impresionante fue el de las olas: no sólo por su altura, sino por la longitud: no me refiero a la longitud de onda o intervalo, sino a la longitud de la cresta: cada ola barría la anchura entera de la ría de orilla a orilla. Como jamás había visto espectáculo semejante (las crestas de las olas ofrecen un perfil irregular, baten o revientan en unos puntos más que en otros, y su frente se divide en líneas paralelas discontinuas), aquello me pareció un hecho de otro mundo y me sobrecogió. Estoy muy acostumbrado a contemplar las olas en mi Galicia natal y nunca se volvió a registrar aquel fenómeno de un frente continuo de más de mil metros”.

Mientras que en el desastre de Santander fueron auxiliados por el ejército; en Riaño los propios vecinos día a día trataron de reponerse de las pérdidas , que aunque no hubo  víctimas mortales, sí que hubo daños muy importantes en la mayoría de las casas,  desperfectos en los tejados y algunas parcialmente derrumbadas como es el caso de algunas del barrio La Vía, La Lastra o La Tijera y otras en su totalidad en el Yurro o en la Crespa.





Fuentes:
El tiempo.com (versión adaptada del manuscrito original, publicado en el nº74 (2º Trimestre de 2001) de la revista Gerencia de Riesgos y Seguros de la Fundación MAPFRE Estudios, bajo el título: Los temporales de viento en la Península Ibérica. Análisis meteorológico de la extraordinaria situación atmosférica de febrero de 1941.)
mapas 1, 3 y 4: Met Office; mapa 2: Mateteo González, P.(1955).
AEMET

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